El domingo recibí la noticia y aún no he reaccionado. Me siento muy triste por tener que decirte adiós mi querida amiga Sole, ¡tan pronto!, ¡tan joven!.
Juntas iniciamos la andadura del cáncer y nos hemos acompañado en el camino. Tú en León, dónde vivías con tu adorable familia, a la que desde aquí mando un abrazo en estos momentos de tristeza honda, de dolor intenso.
Voluntaria del Teléfono de la Esperanza desde hacía años, querida por todos, respetada por todos, yo en Murcia, a muchos kilómetros, embarcada en el mismo barco con la misma misión, por lo que nuestra unión ha ido avanzando en sincronía, en una misma dirección.La distancia ha sido estrecha, casi imperceptible, aunque he de reconocer que he deseado muchas veces estar más cerca de ti para darte esos abrazos que te mandaba por teléfono y cogerte de la mano en los momentos de incertidumbre y tristeza. Se que los sentías, yo también sentía los tuyos Sole y aún te siento.
Me cuesta creer que ya no estás con tu risa cantarina, tu preciosa voz, tus elocuencias cuando compartimos tantos cursos en Villagarcía, tu disposición, siempre presta, dispuesta y disponible, tu cordura, tu serenidad, con esa solidez y madurez para acoger e integrar todo cuanto has vivido en todos los momentos. Solo me queda pena, mucha pena, ya te echo de menos amiga mía.
Desde aquí, justo desde dentro de mi corazón, mi homenaje a ti Sole, una mujer sencilla, buena y generosa que amaba la vida, amaba profundamente a su familia y amaba generosamente a las personas. A ellos, a todos ellos, a todos nosotros, compañeros y amigos unidos por la misma misión de vida, nos regaló su alegría, su optimismo, su ilusión, su sabiduría, sus ganas, su temple.
