Diariamente nos encontramos con situaciones que no nos apetecen, que van contra nuestras ideas, valores o principios, o nos vemos metidos en relaciones en las que el trato es abusivo, en las que las demandas de los otros no nos parecen aceptables o las exigencias de los demás son excesivas, nos invaden y nos cargan de tensión. A muchas de estas situaciones decimos sí, cuando en realidad queremos decir no, ¡no quiero!, con todas nuestras fuerzas.
Para entender porqué nos cuesta tanto poner límites y decir no, podemos comenzar preguntándonos ¿para qué digo sí cuando en realidad quiero decir no?.
Seguramente la respuesta a esta pregunta puede llevarnos a conectar con el miedo y con la necesidad.
Miedo decepcionar a otras personas, a perder un trato de favor, a que no nos vean tan agradables o la retirada de la afectividad de las personas que nos importan.
Necesidad de que nos acepten y nos quieran, de quedar bien, de ganar el afecto de los otros, de mantener el rol de bueno/a y los «beneficios» que obtenemos con ese rol.
Existen muchos para qué: ¿Cuál es el tuyo?.
Decir NO a lo que no queremos supone dejar de saltarnos por encima y legitimarnos porque lo nuestro es valioso y merece nuestro respeto, así que requiere que hagamos un acto de fe en nosotros mismos, que nos permita afirmar nuestros deseos, atender nuestras necesidades y poner límites adecuados en nuestras relaciones. Para conseguirlo, es necesario desarrollar nuestra autoestima y aprender estrategias como la Asertividad.