Dicen que en tiempos de crisis mejor no hacer mudanzas. Las crisis nos mueven de lo conocido, ese espacio en el que nos sentimos seguros con nuestras relaciones, nuestro trabajo, nuestra familia… porque sabemos como comportarnos y quienes somos en esos entornos, sin embargo, esa es una falsa seguridad porque la vida implica cambios, así que cuando llegan, nos perdemos de nuestro sitio y llega la crisis.
Quizá sea ese el tiempo en el que más creemos que nos urge cambiar cosas, queremos apartar el sufrimiento, resolver rápido lo que nos mueve de nuestra comodidad conocida y es que realmente, cuando entramos en situaciones complicadas, con vivencias en las que nos sentimos descolocados y dolidos, queremos restablecer la «normalidad» rápidamente.
Es en ese tiempo cuando tenemos que tener cuidado con nuestras decisiones, la prisa no es buena consejera y la crisis es una gran oportunidad para poner en marcha nuestros recursos y crecer, nos ofrece la oportunidad de reinventarnos y sacar lo mejor de nosotros.
Vivir nuestras crisis, fluir con lo que nos trae la vida en ese tiempo, abrazar nuestras circunstancias y nuestros sentimientos, es regalarnos la posibilidad aprender de nuestros errores y convertirnos en personas mejores.