una escarpada montaña para encontrarse con un maestro budista. Al llegar a la
morada del hombre sabio le saludó respetuosamente mientras éste le miró y permaneció inmóvil.
tierras para saber cuál es el camino del cielo y cuál el camino del infierno.
El hombre sabio se mantuvo impasible sin mirarlo siquiera. El guerrero se
enfadó e increpó al hombre sabio diciendo: “He recorrido un largo camino y he
subido a esta escarpada montaña en busca de sabiduría y quiero que me responda,
¿Cuál es el camino del cielo y cuál el camino del infierno?. El monje no mostró
siquiera un cambio de actitud, se mantuvo en silencio.
gran esfuerzo
para estar aquí, no permitiré que me falte al respeto de esta
manera! y levantó su espada con la intención de darle muerte. En ese momento el
monje levantó su mano indicando con el dedo índice al guerrero y exclamando con
voz firme: ¡ese es el camino del infierno!. Sorprendido y avergonzado el
guerrero envainó su espada lentamente y entonces el monje, con voz tranquila, le
dijo: ¡ese es el camino del cielo.