Se me había olvidado que soy un rumiante,
un rumiante que da vueltas y vueltas a los temores de su alma.
Se me había olvidado que la vida ha dispuesto para mi
hierba verde, aire limpio, agua fresca.
Se me habían olvidado tantas cosas que, camino de Portomarín,
un rayo de sol golpeó mi cara y me despertó.
Soy un océano de posibilidades.