Cuando hace años leí este poema de D. H. Lawrence, estuve varios días para conectar en mi todas las partes de su mensaje, que llegó directo a mi corazón y hoy te lo regalo.
Yo soy parte del sol, como mis ojos son parte de mí.
Mis pies saben perfectamente que soy parte de la tierra
y mi sangre es parte del mar.
No hay ninguna parte de mí que exista por su cuenta,
excepto, quizá, mi mente;
pero en realidad mi mente no es más que un fulgor del sol
sobre la superficie de las aguas.