Primeramente cada pareja, como cada persona es diferente y la forma como viven la relación, depende de las particularidades de cada uno. Por otro lado, hay que considerar que todas las personas desempeñamos determinados roles, que vamos asumiendo en función de nuestras experiencias en nuestras relaciones sociales.
La rigidez en nuestro rol, afecta directamente a la relación, puede incluso destruirla ya que la otra parte nuestra, no puede poner en juego su potencial. Por ejemplo cuando una persona asume en su relación el rol de «débil» en la relación, «obligará» a la otra persona con la que relaciona a adoptar un rol de «fuerte» y éste. seguramente encontrará dificultad para mostrar su debilidad, se callará para no preocupar al otro, como consecuencia se sentirá solo/a. Esta rigidez impide que que consolide la relación y se cree un vínculo sólido. Es necesario por tanto, que ambos puedan mostrar su debilidad y su fuerza, que sean los dos protector y protegido, que cada uno pueda dejarse caer o mostrar su fuerza sin sentirse amenazado.
Al contrario, cuando no puede manifestarse, ni expresar sus sentimientos, ni actuar según sus criterios por temor al enfado o a represalias, cada vez se aleja más y bien finalmente se rompe el vínculo o entra en una espiral de angustia que puede incluso derivar en procesos depresivos.