Todo este tiempo he estado vagando por entre las selvas y los bosques, por entre las sombras y las dudas, por entre las lágrimas y el desencanto. Se me olvida vivir. Una especie de alzhéimer. No sé como los demás pueden llamar vivir a lo que hacen. No sé como voy a hacer a partir de ahora, Ni sé si reír o llorar, si dormir o despertar, si parar o huir, si morir o vivir. No sé como hacer para seguir. No sé como hacer. ¿Cómo he de vivir? ¿Cómo hasta ahora?…Hasta ahora tenía planes de futuro, tenía luz que seguir, tenía cuadros que pintar, tenía colores que escoger… ¿terminó esa etapa y comenzó otra?… ¿porqué no lo sé?, ¿porqué debo confiar? ¿En qué?, ¿En quién?… ¿Que hay que hacer? ¿Seguir? ¿Hacia dónde?…No puedo seguir haciendo lo que hago, seguir recorriendo el mismo camino, seguir alimentando los mismos miedos, los mismos fantasmas. Necesito respirar otro aire. Aires de esperanza, de proyectos nuevos, de horizontes indefinidos. Me aburre, me hiere la intensa modorra, la misma senda, las mismas gentes, las mismas conversaciones imbéciles, la misma forma de querer rala y pobre, la misma forma de vivir, decadente y temerosa…
Me está costando la vida. Me está costando la cordura.
¿Qué estoy haciendo entre este rebaño embarrado que no es capaz de romper la fina cárcel que lo acerca a los pastos frescos que crecen en los prados de al lado?… ¿a que temen? ¿la vara del mayoral?, la vara del mayoral solo hace daño una vez, ¿quién te puede quitar la mañana en libertad, en la gozosa sensación de la soledad de un mundo abierto solo para ti?
Pero sigo, a pesar de todo. Sigo tomando la vida de la mano, intentando descifrarla, intentando diseccionarla, intentando captar su lenguaje de sordos, de ciegos, de mudos…Soy como el niño que se enfada con su madre y se desvía del camino pero cuando comprueba que ella se va, decide correr tras suyo y hacerle un guiño al abandono. Así es. Así soy. Así voy, viviendo entre la fascinación por la libertad, por la soledad y la necesidad de otra mano que me diga que sin mí no sería nadie…
¿Porqué para los demás es tan sencillo? ¿Porqué para mi es tan doloroso?…No quiero ser diferente con esta llaga abierta, con esta fiebre que me ciega los días. A veces quisiera ser eso, solo tarugo duro e impenetrable, solo piedra fría, gris y hermana de otras rocas iguales, de otras piedras aposentadas en el mismo lugar, en el mismo lugar de siglos, de tiempos pasados, presentes, futuros. ¿Por qué para ellos todo es tan fácil? …míralos…les sueltan por las mañanas y todos se dirigen al mismo lodazal, a la misma tierra enfangada de siempre. De vez en cuando les distrae un ruido diferente, un canto, una mosca, un trino. Solo levantan la cabeza por inercia, no es que les interese, no es que se pregunten que es eso que suena tan raro más allá del alambre de espino, no es que quisieran seguir ese murmullo distinto, distante…no, solo es fastidio, fastidio porque se les distrae de su fijación por llenar la panza, de su obsesión por no perder ni un ápice de su terreno, de su cacho de tierra conquistada a base de empujones, patadas y berridos.
Hay veces que realmente quisiera morir. Si, morir y cambiar el amarillo de mi desierto por el verde de nuevas colinas y nuevos riachuelos. No es solo rebeldía, aunque también, es solo desgaste del alma, un desgaste que pide descanso y vientos frescos en el rostro. Gentes nuevas que me enseñen, que me muestren las maravillas que viven alrededor, gentes que no estén muertas de pánico, gentes que sepan hablar y tengan algo que decir, algo que no sea caca, pedo, culo… no las hay, por lo menos a mi alrededor…no las hay.
Pero no, no voy a salir a buscar esa bendita muerte porque si no ha llegado aún es porque hay algo que debo hacer y eso es suficiente para detener mi mano o mi marcha hacia el precipicio.
Mientras tanto invento sueños y pinto paisajes. Arrullo momentos e imagino estancias. Vuelo cielos abiertos y me descalzo ante mares bravos. Aspiro el olor de mi nueva casa sin caras extrañas alrededor, solo animales y el aura de su libertad por los espacios. Retengo los pasos de mis hijos y pruebo el aroma de niños nuevos. Moldeo mis mañanas libres.
Creo mi propia vida cada vez más cerca de aquello que después me espera
Quiero construir la antesala del cielo para todos los que caminan sin piel como yo. El cobijo de los que merecen saber que la vida no es de los que se perdieron en indiferencias y senderos trillados, de los que buscaron resguardo en las anodinas manadas, de los que miraron al lado contrario de la valentía y los desafíos, de los que percibieron solo el color azul en los cielos azules…
Quiero el cobijo de los que descubrieron que la vida es solo para los que se la ganaron.