Se cuenta que cierto día iba Moisés atravesando las montañas para enseñar a los discípulos alejados. Cuando llegó el atardecer, se puso a buscar un sitio para descansar y pasar la noche. Dios, en su gran mansedumbre, le hizo encontrar a un joven pastor que vivía en la mayor soledad, sin tener mayor compañía que algunas ovejas. Este pastor era muy ignorante y nada sabía de los misterios del mundo y de la religión. Pero tenía buen corazón, y abrió la puerta a Moisés.
Como este tenía hambre, preguntó al pastor si podía conseguir un poco de leche de sus ovejas. El pastor lo miró sonriente: – Ahora mismo voy a hacerlo. Acompáñame.
Moisés siguió al pastor, pero quedó sorprendido al ver su comportamiento. Cuando hubo ordeñado la primera leche de las ovejas, la más cremosa y apetecible, el pastor fue a verterla sobre una piedra que formaba una especie de cruz. Después vino a ordeñar la segunda leche, más pobre y menos nutritiva y se la ofreció a Moisés, diciendo:
– Ten, esta es la leche que bebo habitualmente. Esta noche yo pasaré sin…
-Pero dime pastor, ¿por qué has vertido la primera leche?, con ella habríamos tenido suficiente para beber los dos…
-¡Ah! ¡La primera leche!, bueno verás, es que yo nunca la toco. Porque esa leche, ¿sabes?, es para Dios.
– ¿Para dios? -se sorprendió Moisés-, ¿pero que me estás contando?.
-Dios es el padre de todos nosotros, ¿no es cierto? -respondió el pastor-. Es un padre que hoy se encuentra ya anciano y somos nosotros, sus hijos, los que hemos de cuidar de ÉL. Yo nada tengo porque soy pobre, mi único bien es la leche de mis ovejas, así que todas las noches le ofrezco la primera leche. Es la manera que tengo de mostrar al Padre Dios el amor que siento por Él.
– Pero dime pastor, ¿acepta Dios tu ofrenda?, ¿se bebe la leche?.
– ¡Por supuesto que la bebe!. Prueba de ello es que cada mañana la piedra está vacía.
Moisés se dijo que ese pobre pastor inculto confundía la fe con la superstición, por lo que decidió abrirle los ojos:
– Pastor, has de saber que Dios es puro espíritu y no puede beber tu leche. ¿Quieres que te lo demuestre?, vigilemos los dos al lado de la piedra y veamos quién es el que viene a beber tu leche. Entonces podrás comprender la verdad sobre Dios…
– Al pastor no le entusiasmaba mucho esta idea. Le parecía que no tenía derecho a espiar a su Creador de esa manera. Eso equivalía a una falta de fe. Era como si dudase del mismo dios…Por otro lado, las leyes de la hospitalidad le ordenaban respetar a su huésped que parecía muy sabio. De mal grado aceptó vigilar al lado de la piedra.
Durante toda la noche estuvieron Moisés y el pastor vigilando. Cuando ya el alba empezaba a puntar, vieron que un zorrillo se acercaba a la piedra y bebía la leche. Cuando hubo acabado, se marchó hacia la montañas.
Moisés se volvió riendo al pastor:
– He ahí el Dios que tú alimentas todos los días, privándote de tu mejor leche: un simple zorro. ¿No ves como tenía razón al decirte que Dios es un espíritu puro?. Si quieres honrarlo, dirígele oraciones y acciones de gracia y guarda tu leche para ti o para los huéspedes que pasen por tu casa.
El pastor no respondió nada. Le parecía que Dios le había abandonado y se sentía decepcionado. Por otro lado, comprendía que Dios debía haberse molestado al verlos a los dos espiando su llegada. Decidió, pues, que esa misma noche ofrecería al Padre Dios, una doble ración de leche para hacerse perdonar. Y, por supuesto, jamás intentaría verle.
En cuanto a Moisés, reemprendió su camino, satisfecho de haberle transmitido la verdad al joven pastor. Al día siguiente tuvo que contentarse con un poco de maleza para pasar la noche y con un puñado de frutos salvajes por toda comida. Pero, durante la noche, Dios se le apareció en sus sueños y le dijo:
-Moisés, eres el portador de mi palabra entre los hombres y yo alabo tu acción. Pero dime, ¿por qué has entristecido a mi amigo el pastor?.
-Señor, él vivía en un error. Le he revelado la verdad sobre tu esencia.
La verdad, sí… Es cierto que yo soy un espíritu puro, y que no me alimento de leche. Pero la ofrenda cotidiana de ese joven pastor endulzaba mi corazón, pues me gusta que mis criaturas manifiesten su amor, sea cual fuere la forma en que lo hagan. Por eso has de saber que todas las mañanas, al alba, yo tomaba la forma de un zorrillo para ir a beber la leche del pastor.
LO QUE SE REALIZA CON EL CORAZÓN
SIEMPRE ES VERDADERO
INCLUSO SI SE TRATA DE UNA LOCURA
O DE UN ABSURDO