de tanto frotarlos,
de forzarlos en la noche
para avistar tu figura movediza.
Me duelen las rodillas
de agacharlas en el frío.
Se me ha caído el cobijo de la manta
y hasta la luna se cansó de acompañarme.
A la madrugada me quedé sin voz,
de gritar a las estrellas que no apagasen su luz.
Se fueron los centinelas
y los perros se han quedado dormidos.
Dentro, se ríen de mí:
“Pobre idiota,
sigue ahí, esperando,
se ha vuelto loco”.
El alma me dijo que vendrías,
que estabas a punto de llegar,
que sería de improviso,
como un suspiro
o una lluvia fina.
No me iré.
No dejaré que el sueño me adormezca.
Estaré en pie.
Con mi nostalgia.
Aunque apure la copa de mi vida
y el desierto me entierre con su arena,
aunque se vayan todos a su aposento
y mis bolsos se queden vacíos,
aunque las lágrimas no me dejen de correr
y sea el hazmerreir de la aldea entera,
aunque tú, amor, rompas mis versos
y maldigas mis plegarias,
yo seguiré aquí,
por si llega,
por si fuera verdad,
por si viniera a buscarme.
Fue al respirar,
sí al respirar,
cuando me di cuenta que habías llegado
y…..