Por supuesto, si alguien ve las cosas de
este modo, no es extraño que sea una persona impulsiva, pues hacen lo que
desean en el mismo momento en que ese deseo aparece en su mente sin ser capaces
de soportar la espera. Si quieren algo, lo quieren ya. Por este motivo, la baja
tolerancia a la frustración suele estar presente en problemas relacionados con
la dificultad en el control de los impulsos, como adicciones, juego patológico,
compra compulsiva, cleptomanía, piromanía, etc.
Erróneamente se dice a veces que ciertas
cosas crean adicción, cuando la realidad es que la mayoría de las cosas a las
que las personas son adictas no son sustancias adictivas en sí mismas. E
incluso en el caso de serlo, el ser humano cuenta con la capacidad para
controlar sus impulsos si aprende el modo de hacerlo, como demuestran los ex
alcohólicos, ex fumadores o ex toxicómanos, que han logrado aprender a
controlar impulsos muy fuertes.
En las investigaciones realizadas sobre la personalidad de los adictos, la baja
tolerancia a la frustración ha sido siempre el rasgo más típico y consistente.
Supongamos una persona con baja tolerancia a la frustración y problemas de
habilidades sociales. En situaciones interpersonales siente una ansiedad de la
que quiere huir a toda costa. Entonces descubre que un modo de hacerlo es
recurrir al alcohol. Cuando bebe se desinhibe, se tranquiliza y puede disfrutar
de sus relaciones con los demás. Conforme pasa el tiempo su dependencia del
alcohol aumenta, su deseo de huir del dolor (en este caso la ansiedad
interpersonal) es mayor que cualquier otro; pensar en el daño que le está
haciendo el alcohol es sumamente desagradable… por tanto, mejor no
pensarlo… mejor centrarse sólo en el ahora; y ahora se siente bien. Una vez
adquirida la adicción, aparece un problema añadido: el síndrome de abstinencia,
magnificado también por su baja tolerancia al sufrimiento, es algo que no
quiere soportar. Ya no bebe para sentirse a gusto con los demás, sino porque lo
pasa mal cuando no recibe la dosis que le pide su cuerpo. Es como un callejón
sin salida que va a más. El sufrimiento es cada vez mayor, el deseo de
aliviarlo también. Pero, paradójicamente, aquello que causa el dolor es lo
mismo que lo alivia. Por eso para el adicto es tan difícil escapar de su
adicción.
determinadas cuestiones, pero no todo el mundo permite que afecten negativamente
su salud y su bienestar mental.
La baja tolerancia a la frustración se da cuando un individuo se
frustra muy fácilmente, y tiene una falta de
tolerar el malestar necesario a corto plazo que a veces se requiere para
obtener
El término fue utilizado por primera
vez por Albert Ellis en la década del 60. Describió a los que presentan baja tolerancia a la frustración como síndrome «no lo
soporto», porque a menudo se quejan de que son incapaces de soportar
«x» situaciones. La baja tolerancia a la frustración es mucho más
común en la sociedad occidental debido al ritmo rápido de vida, especialmente
para conseguir lo que uno quiere en el menor lapso de tiempo posible.
En la baja tolerancia a la frustración las creencias tienden a ser
inflexibles, muy rígidas, inútiles, ilógicas e incongruentes con la
realidad. Algunos ejemplos son: «Si cometo un error entonces será
completamente insoportable y no voy a lidiar con la vida si no puedo
obtener el 100% en mi examen.
La alta tolerancia a la frustración es simplemente la capacidad para tolerar o
hacer frente a la molestia y el trabajo duro en el corto plazo
con el fin de alcanzar nuestras metas
Las personas con alta tolerancia a la frustración tienden a ser mucho
más flexibles, lógicas, racionales y más tranquilas en su pensamiento,
la conducta y el enfoque general a la vida, así como mucho menos
propensos a sufrir problemas de salud mental como resultado. También son
mucho menos propensos a postergar todo y tratarán de resolver los problemas
como una prioridad.
Como aumentar la tolerancia a la frustración
mejor manera de reducir la baja tolerancia a la frustración implica afrontar
una situación temida a través de la exposición o la terapia de
exposición gradual. En última instancia, la persona se demuestra a sí mismo que
puede hacer frente a situaciones difíciles.
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De la falta de valoración y
aceptación, surgen las personalidades inmaduras. Todas ellas tienen en común la inseguridad. Esta inseguridad tiene los siguientes rasgos: 1.Sentimiento de inferioridad. Esto hace que las personas se comparen Donde no hay coexistencia hay codestrucción |