Es mucho el camino que he avanzado en poco tiempo gracias a María, que en mi caso, actuó de espejo colocándose delante de mí, y, a partir de esa postura, pude ver el reflejo de mi realidad y cambié muchos aspectos de mi vida que no tenían nada que ver con mi problema inicial. Resulta increíble cómo al mover una sola ficha en una partida de ajedrez puedes modificar toda una táctica de ataque o defensa. A mí me pasó algo parecido: tan sólo con cambiar un comportamiento concreto con respecto a todos aquellos de mi alrededor que me querían, cambiaron muchos rasgos de mi vida haciéndome sentir ahora una persona más feliz y completa.
Yo no he vivido mucho ya que sólo tengo 17 años, pero a lo largo de mi vida me he dado cuenta de una cosa: para ser feliz “hay que ser egoístas”. Es mucha la gente que no piensa en sí misma cuando habla, actúa, decide, etc; nadie puede influir en tus actos y pensamientos si quieres lograr la felicidad. Es muy curioso cómo cambió mi vida cuando yo comprendí esto: durante mucho tiempo actué con el fin de gustar a los demás sin tenerme en cuenta a mí, y nadie me aceptó, y me cansé de ese rechazo así que me alejé de los mismos y comencé a actuar como era yo en realidad, pactando conmigo misma no volver a fallarme de esa manera. Fue así cómo la gente empezó a conocerme de verdad y a acercarse a mí. En ese momento reconocí el gran error que había cometido, pero me considero una afortunada por haberme dado cuenta del mismo con una edad tan temprana y no con medio camino ya andado.
Por mis experiencias propias, creo que cada uno es el responsable de actuar en cuanto a su vida y de elegir qué quiere, pero muchas veces la realidad nos llega distorsionada y necesitamos ayuda, como la terapia, para arreglar la antena, recibir una buena señal y actuar en consecuencia.