LO QUE VEMOS EN LOS DEMÁS ES EL REFLEJO DE NOSOTROS MISMOS

Una popular historia del cercano oriente cuenta que un joven llegó al borde de un oasis contiguo a un pueblo y acercándose a un anciano preguntó:

«¿Qué clase de personas viven en este lugar?».

– El anciano preguntó a su vez:

«¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde vienes?».

«Oh, un grupo de egoístas y malvados», -replicó el joven. «Estoy encantado de haberme alejado de allí», A lo cual el anciano contestó: «Lo mismo habrás de encontrar aquí».
Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano preguntó:
«Qué clase de personas viven en este lugar?».
 

El respondió con la misma pregunta:
«¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde vienes?».
«Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlas dejado» -dijo el joven-
«Lo mismo encontrarás aquí», replicó el anciano.
Un hombre que había oído ambas conversaciones preguntó al anciano:
«¿Como es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma
pregunta?».
A lo cual respondió:
«Cada uno lleva en su corazón el medio ambiente donde vive.
Aquel que no encontró nada bueno en los lugares donde estuvo,
no podrá encontrar otra cosa aquí. Quien encontró amigos allá, podrá
encontrar amigos aquí, porque, a decir verdad, lo que ellos han
«visto» en
los lugares donde han estado, no es más que el reflejo de ellos
mismos».
 

El primer requisito que todo ser humano necesita satisfacer para encontrar
una vida digna de vivirse, es el tener una visión abierta al mundo y despojada de prejuicios.

 
«La gente parece no ver, que sus opiniones sobre el mundo son también
una


confesión de su carácter»  Emerson.

 
Una de las mejores maneras de autoeducarse es observar nuestra interacción con los demás, puesto que estas relaciones son en esencia el reflejo de nuestra relación con nosotros mismos.
 
Cuando no escuchamos o no vivimos según lo que dicta nuestra conciencia, tendemos a culpar y acusar a los demás, en un intento por justificar nuestra disonancia interior.
Si no contamos con un sentido de misión y los principios con los cuales medirnos, nos guiamos solo por la opinión de otras personas en vez de utilizar nuestro potencial.
 
Nos conducimos por un pensamiento comparativo e imponemos nuestros motivos
a
las acciones de los demás. Pensamos acerca de las virtudes y debilidades de los demás en función de como nos afectan. Capacitamos a sus debilidades para que nos controlen.
 Recuerda …
«No vemos al mundo como realmente es, lo vemos como somos nosotros o
hemos
sido condicionados a ver «

Autor entrada: MariaGuerrero