Mientras te ibas sentí frío en mis adentros.
Allí en el andén estaba este pobre tonto,
a solas con su corazón y su desdicha.
Al mandarte un par de besos
con los dedos de mi alma,
los ojos se me nublaron de despedidas
y las ideas se antojaron negras:
no volverías.
Maldita sea esta hora.
Las palabras amables,
los poemas sin final,
los sueños movedizos,
mi pequeña esperanza,
los silencios sonoros,
las utopías creíbles,
las ganas de vivir,
las ternuras pasajeras…
Sin ti sólo existe el vacío.
Todo sucedió mientras te ibas.
Valentín Turrado