La dependencia es un intento de supervivencia en un entorno en el que no podemos satisfacer nuestras necesidades básicas.
Supone el desarrollo de un mecanismo de supervivencia en un ambiente familiar bien disfuncional bien carente de la afectividad o expresión de la efectividad y aceptación incondicional, necesarias para el desarrollo sano de la persona.
Necesitábamos protegernos aferrándonos. Este patrón de comportamiento que se fue afianzando en nosotros, alimentando la creencia de que no somos suficientes o no estamos completos sin la presencia o la afectividad de otra persona. Así que lo que en un primer momento suponía una protección ante nuestro desvalimiento termina por convertirnos en desvalidos, impidiéndonos establecer relaciones sanas y satisfactorias.
«Agarrarnos» a otras personas, apegarnos en exceso o creer que son mejores que nosotros no nos ayuda ni nos permite desarrollar confianza y respeto por nosotros mismos ni satisfacer nuestra necesidad de autonomía.
Como esta forma de actuar y vincularnos es la única que conocemos desde pequeños, nos cuesta entender que es lo que no funciona en nuestras relaciones y porqué sufrimos tanto en ese intento de obtener el cariño, la valoración y el reconocimiento de los demás.
Realmente lo que ha ocurrido es que hemos centrado nuestra atención en lo que necesitan las personas de nuestro entorno, hemos aprendido a priorizar sus necesidades respecto a las nuestras, nos hemos ocupado de responder a sus demandas y de satisfacer sus expectativas, olvidándonos por completo de las nuestras y de nosotros, viviéndonos como !los últimos de la fila!
Recuerdo una vez que pregunté a las personas de un grupo, la mayoría mujeres, con el que trabajaba la Separación Afectiva,
¿ Cuál es vuestra comida favorita?. Me sorprendí mucho cuando una a una fueron dando los detalles de las comidas preferidas de sus ex-parejas y de sus hijos.
¿Veo que conocéis prefectamente las preferencias de vuestras personas queridas, y cuál es la vuestra?. Una a una fueron respondiendo como si fueran una sola persona, «a mi me da igual como de todo, con que ellos coman bien yo estoy feliz».
Aproveché para continuar preguntando por sus preferencias en cuando al tipo de cine, actividades de tiempo libre, hobbies, etc, y las respuestas eran un calco de la primera, sabían las de los demás e ignoraban, incluso ni se lo habían llegado a plantear, cuales eran las suyas.
Para salir de estas relaciones de dependencia nocivas, el primer paso es poner CONCIENCIA en ese «olvido» de nosotros y en las consecuencias que tiene para nuestra vida. El segundo es abrir la reja que mantiene nuestro corazón encerrado y oprimido sin atreverse a sentir y escuchar sus propios latidos.