persona, palabras que otros hubieran descuartizado en mil pedazos y hubieran
respondido con un aluvión de aguijonazos.
envenenadas.
Aquel ser humano, cabizbajo y agachado,
daba vueltas a la plaza y gritaba su malestar a los cielos y a los árboles. Que
parecían los únicos capaces de comprenderle.
Cuando se presentó ante el magistrado y
varios testificaron en su contra y
profirieron amenazas e insultos, se le vio triste, como alguien que hacía
esfuerzos para no perder la compostura y no estallar en cólera.
decir.
cortas y precisas. Nada faltaba. Nada sobraba. No les dio juego a los focos de
las cámaras y a los vendedores de verdades sesgadas, que abandonaron la sala
decepcionados.
pareció que miraba más hacia dentro que hacia fuera. Fui yo quien le abracé.
“Perdón por..”.
desde mi alma”. No había reproches en su mirada.
Turrado Moreno