EL GUERRERO

Aun los acontecimientos más triviales le sirven al guerrero para retomar el hilo de la conciencia. Cuando se vacía de todo se llena de su propia realidad existencial, desde este estado ya no tiene la compulsiva necesidad de demostrar nada, así que deja que las cosas fluyan porque sabe que todo sucede por sí mismo.

El guerrero desarrolla una visión plena, no fragmentada, de sí mismo y de la existencia, confía en su intuición primordial y sabe, que ya no necesita blindajes psíquicos porque no siente la necesidad de protegerse de nada. Está en sí mismo, es consciente de que se tiene así mismo con todo lo que necesita para hacer frente, acoger y abrazar lo que la realidad le regala en cada momento.

Muchas veces le asaltan los pensamientos neuróticos que forman las milenarias memorias de todo ser humano, pero aprende a manejarse con ellos. La meditación le capacita para no dejarse atrapar y encarcelar por las imágenes mentales. Deja su historia pasada en el pasado, dónde le corresponde y se sincroniza cada día desde el contacto con quién es en el hoy.

Buena parte del sufrimiento está en la mente. Así lo sabe el guerrero, y sabe que en la mente hay que resolverlo. De tanto mirar al pasado y al futuro, el ser humano no se dispone favorablemente para el presente. Habitando en la ofuscación e insatisfacción permanente de la mente, no puede haber comunión ni con uno mismo ni con los demás.

El guerrero espiritual enfrenta su mente, se encara con los conceptos aprendidos, refrena la compulsividad del pensamiento reactivo, aplica la ecuanimidad a sus viejos impulsos, comprende que la mejor defensa es no alimentar neuróticas autodefensas, se entrena en dinamitar los fundamentos del ego para mantenerlo atrapado: la identificación con la forma, el nombre, la imagen idealizada y la autoestima, los condicionamientos las doctrinas recibidas, las reacciones compulsivas y hábitos mentales.

Si no aprendemos a estar con nosotros mismos,

¿adónde podremos ir que nos sintamos bien?.

El guerrero se desnuda psicológicamente para ir más allá del peso de su historia. Sabe que no hay proceso sin sufrimiento, pero no genera sufrimiento sobre el sufrimiento. Abandona la lucha inútil, sustituyéndola por la aceptación y el agradecimiento.

No cede a las fantasías ni a los deberías ni las construcciones mentales elaboradas por su ego. Sabe que que no necesita ser nadie distinto de quién es su esencia, se sabe consciente, se vive pleno porque ha aprendido a estar en sí mismo desde la serenidad.

Autor entrada: MariaGuerrero