Ya ha comenzado el 2015, un año que, como todos, estará lleno de nuevas aventuras, experiencias de distinta índole que nos ayudaran a crecer, aprendiendo con cada una de ellas. Atrás dejamos todas las cosas que han formado parte de nuestra vida en el año que terminó, momentos de alegría, otros de sin sabores, momentos de encuentro gratificantes y también de desencuentro. Hemos vivido puertas que se han cerrado ante nuestras narices ocasionándonos sufrimiento y seguro que también hemos hallado ventanas que se han abierto para dejar entrar de nuevo la luz en nuestra vida. Cuando nos ocurren cosas que nos desagradan o nos frustramos cuando no conseguimos las metas que nos propusimos, solemos sentirnos desalentados y tristes, yo pienso que cuando no ha salido es simplemente porque no es su momento y si tiene que ser, será.
Revisando mi año, me encuentro con que ha sido el año más diferente de toda mi vida.
 Han sido muchas las experiencias nuevas que día a día he ido viviendo, he enfrentado situaciones que solo conocía a través de los otros y que ahora, me permite entender mucho más el sentimiento de otras personas que atraviesan por las mismas circunstancias, me hermano con ellas y abrazo mi experiencia.

En este año me he acurrucado en la calma, he disfrutado del descanso, he aprendido del dolor, me he fortalecido con la vivencia de mi desvalimiento, he disfrutado del encuentro en el silencio conmigo, a solas y me he he sentido reconfortada con la presencia de las personas que han querido acompañarme en esta aventura, mi familia, mi hija, mis amigos de siempre, los que solo eran amigos de palabra se marcharon y dejaron más espacio para los de verdad, como siempre pasa.
Comienzo este año con ilusión y con muchas ganas de continuar en el camino que da sentido a mi vida. Quiero degustar las pequeñas cosas que hacen grande mi vida. Quiero caminar despacio, disfrutar de la puesta de sol, pasear por la arena escuchando el mar, sentir el aire acariciar mi rostro, gozar con la risa de un niño, alegrarme con el recibimiento de mi perro saltando y moviendo su cola, acariciar a mi gato siempre dispuesto a recibir caricias y todo ello quiero hacerlo aprendiendo, riendo, llorando, en definitiva, viviendo plenamente viva.

Autor entrada: MariaGuerrero