ADICCIÓN AL AMOR





Al leer un comentario en el articulo de adicciones, me he sentido motivada para hablar de una de las adiciones más importantes, por ser una de las más extendidas y que ocasionan más dolor, sufrimiento y desestructuración en la persona, se trata de la adicción al amor.

Creo que la mayoría de las relaciones amorosas encierran elementos que son adictivos en mayor o menos medida.

Nos «enganchamos» al amor, a las caricias, a la atención, al cuidado, al sexo, a la compañía, etc, cada uno según su necesidad insatisfecha o su carencia afectiva y a este «enganche» afectivo le llamamos amor. A estos tipos de vinculación le podemos llamar, si es que queremos ponerle nombre, dependencia o codependencia pero no amor, el amor de verdad es otra cosa.

Para poder amar tenemos que amarnos a nosotros mismos y para ello, hemos tenido que haber experimentado amor incondicional de nuestros padres, esa clase de amor que nos haya permitido creer en nosotros, sentirnos queríbles y valiosos. Este amor sin condiciones nos permite llegar a la edad adulta siendo autónomos, con la conciencia clara de quienes somos y de la valía de nuestros sentimientos, así que podemos dar sin miedo a perder, dar solo por el placer de dar sin exigir nada a cambio.

Cuándo se ha recibido esa clase de amor, podemos amar de forma madura, respetando la individualidad del otro, acogiendo la expresión del sentimiento auténtico, discrepando sin hacer batalla de las diferencias porque ninguno siente que gana en el conflicto, la conciencia es clara, los dos pierden.

Las personas adictas al amor, no han tenido suficientes experiencias afectivas sanas, no han aprendido a delimitar las fronteras con el otro y necesitan a otra persona para sentirse completos, por eso tienen miedo a la pérdida o al abandono, se enzarzan en batallas intentando ganar, como compensación de su deteriorada autoimagen y autoestima, «si gano… me da la razón…, se dará cuenta de que valgo y me querrá».

Frecuentemente utilizan el juego sadomasoquista, ahora víctimas ahora verdugos, en un intento de manipulación para conseguir satisfacer sus necesidades de amor y terminan consumidos, agotados y derrotados.

En este estado suelen buscar las soluciones fuera de sí mismos, generalmente la culpa de su estado la ponen en el otro por supuesto, «si él fuera…si ella no hiciera..», esta es la eterna canción de una persona adicta al amor.

El adicto al amor sufre mucho y gratis. ¿Habrá dolor más inútil?.

Sufre porque no se hace responsable de sus sentimientos, se abandona en manos de otra persona a quién entrega la llave de su bienestar y a la que responsabiliza de todos sus estados. Para poder amar no podemos perdernos de nosotros.

Cuándo no estamos en contacto con nosotros, tampoco podemos experimentar una autentica intimidad, no hay apertura ni entrega, es como si lleváramos guantes para acariciar.

Cuándo la adicción al amor es muy intensa no podemos soltarnos de relaciones insanas, eso si podemos vivir en la queja mucho tiempo, infelices y frustrados, pero ahí estamos aguantando estoicamente para que no termine, porque, aunque experimentemos sufrimiento, creemos que es menos malo que quedarnos solos.

Autor entrada: MariaGuerrero